Volvió a sentir
el roce de sus manos
buscando las suyas
y escucho sus susurros
perfumados de azahar.
Con delicadeza apartó
un mechón de su cabello
que jugaba travieso
acariciando su rostro.
La tomó de la mano
y se la llevó con él
a soñar imposibles.
Ella sonreía tranquila,
feliz, con un corazón,
rebosante de ilusión.
A él, le parecía
que toda ella
estaba hecha de letras.
Unidos en silencios,
entrelazadas las manos,
juntos,
echaron a volar.
Alicia Valverde Romero
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