domingo, 8 de diciembre de 2013

Las comparaciones son odiosas

Las comparaciones son odiosas

8 de diciembre de 2013 a la(s) 2:08
Al leer hoy unos comentarios sobre la mujer, muy sutiles por cierto, hay que decirlo, pensé en nosotras y en nuestras grandes” diferencias", en cantidad infinita de aspectos.

Parto de la idea primordial: somos seres humanos, al igual que los hombres, con nuestras virtudes y defectos que se van forjando a los largo y ancho de nuestra individualidad genética, educacional, familiar, social, laboral...etc. sin olvidar la parte espiritual, para mi importante al máximo; creo firmemente que es la que nos diferencia claramente de los animales.
Y es aquí donde quiero poner verdadero énfasis y lo que me ha motivado a escribir estos torpes pensamientos, con el máximo respeto hacia quienes no piensen lo mismo. Puro desahogo personal, diría, ante situaciones que, a veces se escapan  y pasan junto a mi, dejando rastro, sin lugar a duda, unas veces captando lo positivo que de toda circunstancia suelo sacar y otras reconociendo que me afectan emocionalmente y mucho, sobre todo las faltas de respeto y el sufrimiento ajeno.

A lo largo de mi vida he tenido la suerte de conocer a mujeres maravillosas, la mejor sin duda, mi madre, que supo darnos todo el amor que albergaba su corazón. Tanto dio que, siendo aún muy joven, se le quedó a "medio gas", durante nueve años, pero jamás perdió su sonrisa y alegría de vida. Gracias Madre por tanto.

De la infancia, recuerdo lo que aprendí junto a niñas inolvidables, que sabían ser felices con las pequeñas cosas que poseían y compartían con suma generosidad en aquellos juegos que se organizaban en casa, junto a casi todas las vecinas de nuestra edad, más o menos.
"Los niños...con los niños", decía siempre mi padre, pero nosotras los animábamos a ir de "caza"; ¡pobres pajaricos! nos los traían y montaban su "carnicería" para que fuésemos de compras y hacer luego un rico arroz para todos. Aún conservo la amistad con algunas de ellas.

De adolescente, igual...criaturas dotadas de grandes valores, sobre todo la lealtad, alegría y el ir todas a una, sin tropezar con los consabidos celillos o critiqueos. Me gustaba el deporte muchísimo...tocar la armónica y bailar cual peonza. ¡Ah! y patinar en aquella pista "multiusos" que teníamos cerca de casa, o por El Malecón, donde comíamos las sabrosas lechugas romanas que nos ofrecía el hortelano de turno...

¡Qué tiempos aquellos, tan bonicos!

Y llegaron los chicos, guateques, sesiones de café ¡toda la tarde de cháchara! El Club Universitario, Teatro leído o de Mesa...sesiones de Cine interminables, en"el gallinero", comiendo aquellas sabrosas pipas o aceitunas, que nos encantaban hasta reventar. Estudios, carrera, compañeros,  alumnos (mis otros grandes amores) etc.
¿Pandillas de amigos? ¡Muchas! y así sigo, conservando su amistad a través de los años, pese a los avatares que la vida nos ha ido presentando.

Bendita madurez, que me permite seguir ejercitándome en un continuo aprender de los demás, hacer nuevos amigos, respetando las diferencias, practicando la tolerancia y, por encima de todo, amando a mi querida familia que, en definitiva, es el premio que Dios me ha concedido en esta vida.

¡Gracias Señor!

Albercade Las Torres, día de La Inmaculada Concepción, 2013           

Lola María


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